Disyuntiva del 5 de mayo para nuestro Ejército

Las armas nacionales se han cubierto de gloria”, decía el telegrama que el General Zaragoza envió al Presidente Juárez anunciando el triunfo contra el Ejército Francés. La Batalla de Puebla ocurrió el 5 de mayo de 1862, evento del cual nos sentimos más orgullosos los mexicanos y que hoy, con toda justicia, recordaremos a esos grandes héroes y a ese Ejército patriota, valiente y victorioso. Paradójicamente, el Ejército que hoy festejará en plazas y cuarteles se encuentra en un momento de mayor peligro para mantener su imagen de institución integra y heroica.

La Batalla estalló después de que Juárez proclamara la suspensión del pago de la Deuda Externa por una cantidad de 80 millones de pesos, de los cuales el 85 % correspondía a Inglaterra, el 12 % a España y el 3 % a Francia, se llegó a un acuerdo con dos de las potencias, pero Francia estaba decidida a invadir. Es claro que el motivo real no era el cobro de la Deuda, para Francia existía una razón de geopolítica estratégica, si lograban dominar el territorio, tendrían un punto desde el cual influir en América, tanto al norte como al sur del continente. En ese año, estaba en pleno desarrollo la Guerra Civil estadounidense, momento oportuno para que los franceses hicieran daño en aquella nación.

En ese momento, el Ejército Francés era conocido como “el más poderoso del mundo”, su Comandante, el Conde de Lorencez, escribió al ministro de Guerra de Francia: “tenemos sobre los mexicanos tal superioridad de raza, organización, disciplina, moralidad y elevación de sentimientos, que os ruego digáis al emperador que a partir de este momento y a la cabeza de 6000 soldados, ya soy el amo de México”. Por otra parte, el Ejército Mexicano era de creación improvisada, con pocas municiones y artillería vieja, no tenía oportunidad contra semejante enemigo. Sin embargo, el peor error de Lorencez, fue dar por sentado que ganarían.

Cuando Lorencez y sus tropas llegaron a Puebla, a sabiendas de que Zaragoza había fortificado los frentes de la Ciudad, decidió, por mera prepotencia, atacar de frente a las fuerzas mexicanas, razón principal de la derrota francesa y de la victoria mexicana. Y es que el ardor, el coraje y el valor nacional llegó a tal punto que cuando los mexicanos se quedaron sin balas, atacaron a machetazos, pedradas y con lo que tuvieran a la mano. Lorencez replegó a sus tropas tres veces y en la última, humillado, decidió retirarse.

Ese Ejército que enfrentó a un enemigo muy superior es del que nos sentimos profundamente orgullosos. Sin embargo, hoy no podemos decir lo mismo debido a la utilización que el Presidente le ha dado, más allá de sus atribuciones constitucionales, el Ejército está pasando por una etapa de descrédito acelerado que no será fácil revertir.

En el artículo 129 de la Constitución se establece que: “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”, es obvio que el mandato constitucional ha sido totalmente violado. Actualmente, realiza incontables tareas ajenas a su propósito, por ejemplo: el control de los puertos y aduanas; construcción del AIFA; resguardo de 2 mil 700 sucursales del Banco del Bienestar; el Tren Maya; remodelación de 32 hospitales para la GN; distribuidor de medicamentos; custodio de pipas de Pemex; persecutor de migrantes; distribuidor de fertilizantes; pagador de programas sociales; y, desde luego, sus funciones extralegales como encargados de la Seguridad Pública y de la GN, sin contar las atribuciones adicionales que Morena y aliados en el Senado le otorgaron el pasado sábado, entre ellas, participar en las decisiones estratégicas de ciencia y tecnología, así como el control del espacio aéreo.

Lo más grave no es que el Ejército esté ejecutando funciones para las cuales la Constitución no lo faculta, el problema es que no está dando resultados, como el caso de la violencia en el país, donde todo apunta a que tendremos el sexenio con más homicidios y desaparecidos.

El exceso de poder está destapando una cara desagradable de nuestras fuerzas armadas. Los #GuacamayaLeaks han dejado al descubierto la venta de armamento a células de cárteles; la inacción del Ejército ante ejecuciones de ciudadanos de los que sabían serían ultimados por los cárteles o el espionaje a defensores de los Derechos Humanos y periodistas con el programa Pegasus, que tiene en México como único cliente.

Se han documentado contrataciones ilegales y desvío de recursos, las obras a su cargo han rebasado los costos proyectados, como el caso del Tren Maya, cuyo presupuesto ha aumentado tres veces. El Presidente acudió como abogado de oficio ante Trump para lograr que extraditaran a México al exsecretario de la Defensa y evitar un juicio similar al de García Luna y para colmo nos enteramos de los lujosos viajes del General Secretario y de sus familiares.

Más temprano que tarde, la acumulación de evidencias derivadas del exceso de atribuciones afectará la imagen y prestigio del Ejército, aunque no todos sus integrantes están de acuerdo con lo que está sucediendo. Confío en que es un mal episodio coyuntural y que en el futuro retome sus funciones constitucionales, que este 5 de mayo podamos reflexionar sobre el Ejército que merecemos, el patriota de 1862 o el mil usos de 2023.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación

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