El asedio de grupos paramilitares y narcoparamilitares, así como la indolencia del Estado, han llevado a que el EZLN considere tomar las armas, como ya hizo en 1994
En el municipio autónomo de Rizo de Oro, que forma parte de los caracoles que comprenden la región de la selva, específicamente en La Realidad y Guadalupe Tepeyac, Pedro menciona que “es evidente” que esta “guerra contrainsurgente en contra de las bases del EZLN” no tiene los mismos patrones que se presentaron en Chiapas después del levantamiento de 1994.
Esto es, con grupos paramilitares auspiciados, tolerados e incluso entrenados y financiados por el Ejército, como quedó de manifiesto en la masacre de Acteal el 22 de diciembre de 1997.
Ahora —menciona el miliciano zapatista, quien opta por no cubrirse el rostro con el mítico pasamontañas de esta guerrilla— “en la nueva etapa de la guerra contrainsurgente se está echando mano de grupos del crimen organizado para desmovilizar a las comunidades zapatistas, con acciones directas o con reclutamientos forzados de jóvenes para que formen parte de organizaciones criminales, grupos paramilitares o de narcoparamilitares”
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