Los motivos del Rector

CdMx.Mex

Cuánto orgullo se siente cuando nos enteramos, por diversas publicaciones, que la UNAM es considerada una de las mejores universidades del mundo. Este logro parece común y fácil de obtener, pero no es así. En la máxima casa de estudios coexisten los mejores científicos, técnicos y humanistas del país que diariamente comparten sus ideas para crear nuevos conocimientos y educar a miles de mexicanos. Al mismo tiempo, confluyen todas las corrientes políticas de la sociedad mexicana, lo que obliga a una administración y conducción sabia y cuidadosa. En 1999, la Universidad tuvo un evento muy doloroso al ser cerrada por más de 10 meses por un grupo que aprovechó una demanda legítima de estudiantes que rechazaban el incremento de colegiaturas para utilizar a la Institución como arma de presión política, estos radicales pararon las actividades académicas de la UNAM, lo que llevó a que miles de estudiantes abandonaran sus estudios.

Paradójicamente, al solucionarse el conflicto inició un brillante periodo de estabilidad académica, liderado por tres rectores egresados de la Facultad de Medicina: Juan Ramón de la Fuente Ramírez, médico psiquiatra de perfil negociador con una gran inclinación a la exposición mediática como instrumento para mejorar su imagen y el de la Universidad, logró recuperar en 1999 las instalaciones en manos del Consejo General de Huelga a través de un plebiscito universitario, pese a que debió usarse la fuerza pública por las posiciones radicales de los grupos huelguistas; José Ramón Narro Robles, médico cirujano, el más político de los tres, también dueño de una personalidad conciliadora combinada con una amplia experiencia en cargos académicos y gubernamentales, pudo sortear la toma de la Torre de Rectoría por un grupo de encapuchados en 2013; Enrique Graue Wiechers, médico oftalmólogo, el más institucional y de mayor vocación académica, llegó a la rectoría sin ser el favorito para ese cargo, pero ha hecho un excelente papel defendiendo a la UNAM de los ataques del propio Gobierno con presiones políticas y presupuestales como nunca antes en la historia moderna del país, logrando así un trabajo continuado en la Institución. Queda claro que la Universidad siempre se ha encontrado al acecho de grupos políticos que buscan utilizarla como espacio de activismo para obtener simpatizantes y cuadros, así como instrumento de presión política sin importar la formación de los estudiantes ni los costos presentes y futuros al país.

Hoy, la UNAM se enfrenta a un grave riesgo arrastrada por un acto inmoral de una exalumna, la hoy Ministra Yasmín Esquivel, que como se sabe fue descubierta por haber plagiado la tesis con la que obtuvo su grado académico de licenciatura. Ante este hecho, en vez de renunciar a su nombramiento o haber solicitado licencia en tanto se realizaba una investigación, la Sra. Esquivel se ha aferrado a su cargo, victimizándose por ser mujer y con una larga lista de mentiras.

Queda claro que la estrategia de la Sra. Esquivel y la del Gobierno van de la mano, ya que tanto ella como AMLO y el Secretario de Gobernación, han expresado que en el procedimiento para retirar el Título por el plagio de la tesis debe existir un espacio donde ella pueda hacer una defensa y se valoren las “pruebas” o se dé una resolución judicial. Esto es, insertar a la UNAM en un largo conflicto legal que politice a su interior las posturas que tome la autoridad universitaria. En esta estrategia gubernamental hay una trampa, que es desgastar a la Universidad y a sus autoridades tanto interna como externamente, para meter mano en el cambio de Rector, el cual se dará a finales de este año.

Como se sabe, el Rector de la UNAM expresó recientemente la posición institucional que ha consistido en establecer clara y públicamente que la tesis de la Sra. Esquivel es un plagio, que daña a la Universidad y a sus estudiantes; ordenar trabajos para cubrir el vacío legal que impide actuar en un caso como éste; sancionar y destituir a la maestra que dirigió la tesis de la Sra. Esquivel, y otras igualmente duplicadas, y abrir los procesos internos para que, tal como lo mandata la Ley Orgánica de la UNAM, que es su máximo ordenamiento, sean los Órganos Colegiados de Gobierno (Consejo Universitario, Junta de Gobierno y Tribunal Universitario) los que determinen la sanción que debe imponer la Universidad ante la ausencia de una norma específica.

Algunas personas han acusado de tibieza al Rector por no retirar el título, sin percatarse que el procedimiento quedó abierto a un análisis escrupuloso de acuerdo con la legislación universitaria, lo que llevará eventualmente a una sanción académica a la Sra. Esquivel. El Rector no se manda solo ni es un autoritario como López Obrador. Afortunadamente, tenemos al frente de la UNAM a un hombre sensato e institucional sin afanes protagónicos, que tiene un probado amor a la Universidad y que ha identificado la trampa gubernamental. Es un hombre discreto, no está cuidando su reputación personal, tampoco tiene necesidad de ser calculador para mantenerse en el puesto, él ya es Rector y por dos periodos, que es el máximo tiempo que permite la legislación universitaria. Los motivos de Enrique Graue son mantener la estabilidad de la Universidad y la continuidad de su vida académica, cuidar el futuro de miles de alumnos, evitar un conflicto que paralice a la institución o que la debilite y la lleve a perder su calidad y prestigio académico.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

 

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