Durante más de 65 años de carrera profesional sus historietas le convirtieron en la figura más influyente del cómic español.
Francisco Ibáñez, posiblemente la figura más influyente de la historieta española, ha fallecido este sábado a los 87 años, según ha comunicado su editorial, Penguin Random House. Creador de Mortadelo y Filemón, El botones Sacarino, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio y 13, rue del Percebe, había empezado su carrera en 1957 incorporándose a la legendaria cartera de autores de la editorial Bruguera, donde permanecería más de dos décadas. “Nos deja el enorme legado de su lucidez, sentido del humor y más de 50.000 páginas con personajes memorables que han hecho felices a un gran número de lectores”, ha afirmado la editorial.
Francisco Ibáñez Talavera nació en Barcelona en 1936 en una familia de clase media. Con tan solo 11 años, envió un dibujo a la revista infantil Chicos. Fue su primera publicación y por ella le pagaron un duro (cinco pesetas), “una fortuna por aquel entonces”, recordaba en 2018. Diez años más tarde, le propuso a la editorial Bruguera una serie de aventuras protagonizada por dos singulares y caóticos detectives. Era 1958 y nacía así Míortadelo y Filemón. Empezaba la leyenda como reflejan los más de 30 millones de ejemplares vendidos.
En su juventud, estudió contabilidad, banca y peritaje mercantil, lo que le permitió obtener un trabajo como botones en 1950 en el Banco Español de Crédito. Un trabajo que compaginó con su verdadera vocación, por lo que colaboró con revistas como Chicolino, El Barbas o Liliput, así como en las dos publicaciones de humor de la Editorial Marco: La Risa e Hipo, Monito y Fifí.
En 1957, los ingresos de Ibáñez como dibujante superaban a los que recibía del banco, por lo que decidió dedicarse de pleno a lo que más le gustaba. Un año después, llegaría Mortadelo y Filemón, una pareja de detectives cuyas aventuras se publicaron en la revista Pulgarcito. Entre 1963 y 1966, crearía El botones Sacarino, Rompetechos y Pepe Gotera y Otilio.
En 1969, nació la revista Gran Pulgarcito y, con ella, las historias que hasta el momento ocupaban simplemente una o dos páginas pasaron a convertirse en entregas largas. La primera de ella fue El sulfato atómico, con la que Bruguera creó su colección Olé. El éxito le hizo merecedor del Premio Aro de Oro en los años 1969, 1974, 1975 y 1976.
Bruguera explotó a la pareja de detectives con revistas como Mortadelo (1970), Super Mortadelo (1972), Mortadelo Gigante (1974) o Mortadelo Especial (1975), e Ibáñez se vio obligado a trabajar únicamente en las historias del dúo para alcanzar las 40 páginas semanales que le exigían. Esta situación se mantuvo hasta el año 1985, cuando el guionista abandona la editorial —que se quedó con los derechos de Mortadelo y Filemón— para pasar a trabajar con la Editorial Grijalbo.
Bruguera anunció en 1988 su cierre y entró a formar parte de Ediciones B, que adquirió el fondo editorial de Bruguera, incluidos los derechos de Mortadelo y Filemón, cuyas historias Ibáñez pudo retomar con un estilo renovado que trataba la realidad del momento a lo largo de seis álbumes al año.
Ibáñez ha vendido más de 100 millones de ejemplares y en Portugal, Francia, Alemania, Grecia, Suecia, Dinamarca, Italia o Brasil, entre otros. Su obra ha sido adaptada al cine y a la televisión en numerosas ocasiones. Fue merecedor del Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona (1994), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de 2001, el Premio Oso a la labor de una vida del Salón Internacional del Cómic de Madrid (2002) y un homenaje que humoristas como Joaquín Reyes, Carlos Areces, Eva Hache, Ana Merino o Tomás Fernando Flores le rindieron con motivo del 60º aniversario del nacimiento de Mortadelo y Filemón.