8 de marzo, historia y simbolismo

Mañana se celebrará el Día Internacional de la Mujer y en muchas partes del mundo existirán distintos eventos para conmemorar la fecha. En México aún se encuentran frescas las imágenes de manifestaciones violentas del sexenio anterior, donde las feministas tuvieron choques con la policía.

A partir de estos eventos, hay quienes critican que las mujeres marchen y se manifiesten ese día. No comparto esa opinión y quisiera razonar mi posición en favor de las exigencias de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos y lugar en la sociedad.

Debemos comprender que el papel subordinado de las mujeres ha sido una constante en toda la historia humana. Ningún grupo social, étnico, religioso o cultural ha sufrido tanto sometimiento como las mujeres. Desde que tenemos constancia de la civilización podemos observar su estatus secundario, por ejemplo: en las antiguas sociedades mesopotámicas como la Sumeria, Asiria y Babilónica, existían leyes que reflejaban esta desigualdad, las mujeres casadas eran consideradas propiedad de sus esposos y necesitaban el permiso de un hombre (padre o esposo) para realizar transacciones comerciales o legales; en Egipto, su función principal era la reproducción y el cuidado del hogar; en la Grecia clásica, tenían un estatus particularmente bajo, se esperaba que permanecieran en el hogar y no participaran en la vida pública, Aristóteles consideraba que las mujeres eran biológicamente inferiores a los hombres, lo que justificaba su exclusión de la vida política y filosófica; en Roma, las mujeres seguían estando bajo la tutela de sus padres o esposos, y tenían que ser obedientes; en la Edad Media, la influencia del cristianismo reforzó la idea de la subordinación femenina, la Iglesia promovía la imagen de la mujer, Eva, como la causante del pecado original, justificando el control por parte de los hombres.

Durante la Revolución Industrial se transformó la economía y la estructura social, aunque la situación de las mujeres no mejoró, se incorporaron al trabajo en fábricas, pero con sueldos mucho más bajos que los hombres, a pesar de contribuir económicamente, seguían sin tener derechos políticos ni autonomía legal, no obstante, en esta época comenzaron a organizarse para exigir sus derechos, como las sufragistas en Reino Unido y Estados Unidos, que lucharon por el voto femenino. En 1920, las mujeres obtuvieron el derecho al voto en Estados Unidos y, en 1945, la onu reconoció la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Actualmente, la igualdad de género ha avanzado significativamente, pero persisten desafíos.

El origen de la fecha conmemorativa del Día Internacional de la Mujer surgió el 8 de marzo de 1917, cuando las mujeres rusas protagonizaron una gran manifestación en demanda de “pan y paz”. Esta protesta marcó el inicio de la Revolución de Febrero, que llevó a la abdicación del zar Nicolás II. En 1921, la Internacional Comunista fijó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, conmemorando esta histórica manifestación y, en 1975, las Naciones Unidas reconocieron oficialmente esta fecha. Desde entonces, se ha convertido en un símbolo global de la lucha por la igualdad de género.

En México, la cultura machista se remonta a nuestras raíces indígenas y españolas. En las civilizaciones mesoamericanas, así como la maya, las mujeres eran las responsables del hogar, la crianza y la fabricación de textiles, sin acceso al poder. Con la llegada de los españoles, se impuso una visión patriarcal basada en la religión católica, que reforzó la idea de la mujer como subordinada al hombre, se idealizó a la Virgen María como el arquetipo femenino: sumisa, obediente y maternal. En el México independiente, la situación de las mujeres no cambió, se les excluyó de la política y la educación, y se reforzó el papel de la mujer como esposa y madre.

El sufragio femenino fue uno de los mayores logros del movimiento feminista en México, en 1953, se reconoció el derecho de las mujeres a votar y ser elegidas para cargos públicos, aunque fue un avance, la estructura machista del país siguió limitando su participación política. Los movimientos feministas han tenido otros grandes avances como la ampliación de oportunidades educativas y laborales, y lograron a finales del siglo pasado que se visibilizaran los feminicidios como los ocurridos en Ciudad Juárez.

Tras la conmemoración de mañana, hay milenios de sometimiento y luchas de liberación ejemplares. Por lo que no se puede prejuzgar la rabia con las que algunas feministas actúan, sin embargo, otras actividades cargadas de mayor significado y reflexión pueden ser más efectivas, así como ayudar a la igualdad y emancipación de las mujeres.

Celebremos este 8 de marzo como el símbolo de la lucha histórica de las mujeres por la igualdad de derechos y oportunidades; como un momento para denunciar la discriminación, la violencia y la injusticia que aún sufren en todo el mundo, para visibilizar las desigualdades de género, además de exigir cambios que garanticen los derechos y el bienestar de las mujeres. Que sirva para reconocer sus logros en todos los campos: la ciencia, la política, el arte, la cultura, la economía; qué coadyuve a fortalecer el empoderamiento de las mujeres y niñas, y promover su participación plena y equitativa en la toma de decisiones.

Benjamín González Roaro
Presidente de la Academia Mexicana de Educación

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