El pasado lunes se anunció la constitución del Frente Amplio por México, integrado por la Alianza Va por México (PAN, PRI y PRD), así como por representantes de diversos grupos sociales con la intención de dar a conocer el método para elegir al responsable nacional que coordinará los trabajos de su construcción; un eufemismo para decir que elegirán a su candidato a la Presidencia. Se destacó la creación de un Comité Organizador y un Observatorio Ciudadano, encargados de conducir y vigilar todo el ejercicio.
El proceso constará de tres etapas: en la primera se abrirá el registro de aspirantes, se publicará el listado de participantes, se recolectarán firmas a través de un dispositivo electrónico y se validarán; en la segunda, participarán todos aquellos que hayan cumplido con los requisitos en un foro donde expondrán su visión del país, se realizará un estudio de opinión (con encuestas domiciliaras, digitales y telefónicas) y, a partir de los resultados que arrojen, se seleccionarán a las tres personas que tengan el perfil más competitivo para pasar a la tercera etapa, en la que los tres finalistas participarán en foros regionales, se realizará un segundo estudio de opinión pública y una votación ciudadana llamada “consulta directa” y, por último, se darán a conocer los resultados tanto de la consulta como del estudio de opinión (que tendrán el mismo peso) y de ahí surgirá quien encabece a este Frente en 2024.
Este procedimiento no está exento de deficiencias y señalamientos que alertan de no caer en manos de encuestadoras sin escrúpulos que carguen artificialmente las preferencias hacia algún aspirante, cuidar que Morena no meta mano al momento de la votación, evitar que se provoquen divisiones entre aspirantes y surjan desacuerdos que manchen el proceso, cuidar que el costo de conseguir firmas no sea alto y ponga en desventaja a los aspirantes sin estructura, etcétera. Razones como estas han hecho que aspirantes con fuertes posibilidades como Lily Téllez y German Martínez se retiren de la contienda porque parecería que las reglas están hechas a modo de otorgar ventaja a quienes tienen estructuras en sus partidos y pudieran gozar de un “apoyo económico” por abajo de la mesa, como Santiago Creel en el PAN o Claudia Ruiz en el PRI.
No obstante los riesgos se deben de reconocer en todo lo que vale el procedimiento propuesto por la oposición. A diferencia de Morena, donde sus corcholatas sólo tienen permitido hablar con medios afines a la 4T sin opinar de su visión del país, el Frente Amplio por México sí tendrá foros donde los participantes dibujarán su idea de país. Morena no se abre a la participación y mucho menos a la consulta ciudadana, dejando todo en manos de López, la oposición incorpora a la sociedad en su procedimiento y se arriesga a una consulta ciudadana donde se expresen las preferencias, Morena se encierra bajo llave, dejando fuera a los ciudadanos.
En este escenario, quiero anticipar mi preferencia. En colaboraciones anteriores, he dicho dos cosas que me parecen fundamentales para que la oposición gane la elección: 1) que su candidato sea mujer, ya que AMLO se mantendrá coordinando la campaña de Morena desde sus mañaneras y para enfrentarlo nada mejor que las mujeres que lo han derrotado reiteradamente, son su punto débil; 2) que más allá de un buen curriculum, lo que se necesita es un candidato que entusiasme y rompa con los moldes clásicos de la política. Anteriormente, dije que la mejor fórmula opositora era Lilly Téllez (Presidencia) y Xóchitl Gálvez (Jefatura), sin embargo, las cosas han cambiado en las últimas semanas. Lily ya se bajó y a partir del portazo que Obrador le dio a Xóchitl impidiéndole su derecho a réplica, que ganó mediante un amparo, sus posibilidades se catapultaron de la CDMX a nivel Nacional. Paradójicamente en 2006 AMLO vio subir su imagen cuando desde el gobierno se impulsó un juicio de desafuero en su contra, ahora López proyecta a Xóchitl a alturas insospechadas con este golpe de autoritarismo.
A diferencia de todos los aspirantes, tanto de Morena como de la oposición, Xóchitl Gálvez es la única que puede despertar una emoción popular y presentar una narrativa diferente. Su historia nos muestran a una mujer de origen humilde e indígena que paso muchos sacrificios en su infancia y juventud, pero que a base de trabajo y talento logró convertirse en una exitosa empresaria, reclutada en el gobierno precisamente por sus capacidades y donde ha demostrado, sin demagogia, un compromiso autentico con la gente, honestidad y valor. En el siglo XIX, surgió un indígena zapoteco, Benito Juárez, que llegó a ser Presidente de la República, hoy todavía estamos orgullosos de su legado. El siglo XXI, nos da la oportunidad de una epopeya similar, donde una mujer indígena se convierta en la primer Presidenta de nuestro país. Esperemos que los dirigentes de los partidos no traigan cargados los dados y perjudiquen a Xóchitl deliberadamente, sería un suicidio político. Es más seria un gesto de inteligencia y generosidad que los demás aspirantes se retiraran del proceso dejando el camino a la candidata más competitiva.
Benito Juárez y Xóchitl Gálvez, ejemplo de resiliencia y valor.
Presidente de la Academia Mexicana de Educación