Cuando Bill Clinton enfrentó a George Bush, las probabilidades de que pudiera ganar eran muy remotas, ya que la popularidad de Bush había llegado a un récord histórico. Ante esa realidad, el Estratega de campaña de Clinton, James Carville, propuso enfocarse en temas muy puntuales que impactarían directamente en las personas.
Para presentar la estrategia a todo el equipo, colocó un cartel muy visible en las oficinas del candidato con las tres prioridades:
1. Cambio vs. Más de lo mismo
2. La economía, estúpido.
3. No olvidar el sistema de salu
“The Economy, stupid”, que era un simple recordatorio para el equipo, se popularizó como eslogan de campaña e influyó de manera decisiva en la victoria de Clinton.
Traigo a la memoria esta anécdota porque no podemos olvidar que lo que la gente espera de sus gobernantes es que resuelvan los problemas cotidianos que afectan su modo de vida. Desde luego, podemos desagregarlos y decir que se refieren a la seguridad pública, educación de calidad, un sistema de salud digno, altos niveles de empleo, etc. Sin embargo, todos estos terminan reflejados en una buena situación económica. Premisa fundamental para que exista un gobierno con buenos niveles de respaldo popular.
El gobierno de AMLO mantuvo artificialmente la imagen de que la economía funcionaba bien, ya que tuvo la fortuna de heredar un país que tenía finanzas sanas, con ahorros guardados estratégicamente en fondos y fideicomisos generados en los gobiernos “neoliberales” que tanto fustigó. Con esta rica herencia, a López le fue fácil tomar ilegalmente ese dinero para emprender políticas sociales de corte populista-electoral, cancelar proyectos vitales para el país como el naim y realizar obras financieramente inviables como el Tren Maya, Dos Bocas y el aifa.
Para 2024, los ahorros ya se habían agotado, pero López tenía enfrente la elección presidencial y la obsesión de ganarla a como diera lugar. Ya sin las reservas que le dieron los fondos y fideicomisos públicos, no tuvo recato en expropiar los ahorros de las afores de personas con más de 70 años y sin la menor prudencia, contrató una deuda interna de 2 billones de pesos, la mayor en 36 años, y un déficit fiscal del 6 %, también el mayor en más de tres décadas. Así, con recursos de los ahorros de generaciones anteriores, con deuda y con déficit fiscal, López hizo creer a los mexicanos que la situación económica marchaba bien.
Debido a los excesos e irresponsabilidades en las finanzas públicas de AMLO, el gobierno actual enfrenta enormes dificultades para generar una imagen de bonanza. Cada día aparecen noticias que van aclarando el tamaño del problema que heredó López: desaceleración económica reflejada en la caída de los niveles de inversión con números negativos en la industria de la construcción; baja en los niveles de consumo; pobre crecimiento del empleo, menor al registrado en sexenios anteriores; y disminución de las expectativas de las agencias calificadoras internacionales con relación a nuestra deuda.
En este entorno, el gobierno de Sheinbaum ha presentado un Presupuesto de Egresos para 2025 muy ajustado, haciendo recortes brutales en áreas tan sensibles como salud y educación, ofreciendo disminuir el déficit fiscal al 3.9 %. Estas promesas tienen poca solidez, pues se basan en supuestos macroeconómicos que no sucederán. Por ejemplo, en el Presupuesto 2025 se estima un crecimiento del PIB de entre 2 y 2.5 %, cuando los indicadores apuntan a menos del 1.5 %. Esto significa que a menor crecimiento, los ingresos gubernamentales serán menores y, por lo tanto, el déficit fiscal será mayor al prometido. Lo mismo sucede con las otras variables utilizadas para construir el presupuesto.
En estas condiciones, no es difícil pronosticar que la inflación se mantendrá alta, ya que la deuda y el déficit público suponen mayor liquidez en el mercado que se traduce en precios más altos. Asimismo, la escasa inversión pública y privada ocasionará que el crecimiento económico se estacione en bajas tasas anuales, pudiendo llevar al país a un escenario de estancamiento con inflación. Por lo tanto, a Sheinbaum le será difícil proyectar la misma imagen que a su antecesor con relación a una economía sana y beneficios para la población.
Sin embargo, las amenazas para nuestra economía provienen también de EUA. Los anuncios de Trump para imponer aranceles a nuestras exportaciones y la repatriación de ilegales, traerá consigo, además del sufrimiento humano, una disminución del ingreso de remesas a México y de las divisas por la venta de nuestros productos, ocasionando presiones a la Balanza de pagos y a la paridad Peso/Dólar.
Claudia deberá ser muy cuidadosa, el escenario es sumamente complicado. Destruir al Poder Judicial, desparecer órganos autónomos, exigir disculpas a España no son las mejores ideas en un momento en el que el país requiere de toda sus fortalezas para brindar seguridad a las inversiones y aprovechar el nearshoring como una de las pocas opciones para enfrentar nuestra realidad. Bush perdió la elección porque no se dio cuenta que para la gente común algo no funcionaba y encontró a un rival que visibilizó ese problema con una frase contundente, “The Economy, stupid”. Sheinbaum está a tiempo de evitar una tormenta que hunda las finanzas nacionales.
Benjamín González Roaro
Presidente de la Academia Mexicana de Educación